Querido diario, hoy es 23 de Junio, ya en pleno verano, por delante me esperan unos meses calurosos, me pongo a pensar en ello y tiemblo, pero no os preocupéis, que os voy a explicar mis temores.
Y es que ahora que llega el buen tiempo, piensas, bien, por fin voy a poder salir a correr cuando yo quiera, a la hora que quiera, ya no se me va a hacer de noche, ya no va a hacer un frío horrible. Pero surgen otras dudas, otros problemas, el calor, el sol, la deshidratación.
Claro, y es que ese maravilloso tiempo que es el verano, también es un tiempo de calor, por ello voy a salir a correr mejor tarde, para que no me pille el calor, la sudada padre, y esa sensación de estar no cansado, sino absolutamente destrozado.
Pero claro, todo esto quedará en nada si no me pongo mi pantalón con tecnología segunda piel, y que me mantenga seco y también expulse el sudor. Desde luego en esto del correr aunque no exista árbitro, me empiezo a dar cuenta que para estar al día, hay que saber expulsar.
Y claro, si me pongo un pantalón con dicha tecnología, de nada va a servir si no lo acompaño de una camiseta sin mangas, de 100 gr de peso, y que como ya todos sabréis, también expulsa el sudor, además ajustada el cuerpo, sin costuras, con aire acondicionado, climatizador, y filtro antipolen
Ya solo me falta la gorra que absorba el sudor, y con ducha incorporada, unas buenas gafas de sol, una mochila de hidratación con control de temperatura y preparados para salir a correr.
Ya estamos en plena carrerita tras una preparación de 35 minutos antes de salir, y me pregunto, ¿voy a salir a correr o me estoy arreglando para salir, salir? Es que al final entre unas cosas y otras…
Pues ahora por fin salgo a correr, verano, 23 de Junio, y con toda mi ropa preparada para expulsar mi sudor en su mejor versión, y tras 20 minutos corriendo, se empieza a nublar, cielo cada vez más oscuro, tambores de truenos acompañan mi carrera, y poco a poco el cielo empieza a llorar sobre mi, pero más bien yo creo que llora de risa. Risa por toda la parafernalia que he preparado para correr, expulsar sudor, aguantar calor, no deshidratarme, y al final termino absolutamente empapado, sin calor y superhidratado pero por una tormenta veraniega, que se ha vengado de manera justa de mi preparación milimétrica para correr.